miércoles, 14 de enero de 2009

A propósito de "Cartas Muertas"

El leer “Cartas Muertas” me ha resucitado (parece que todo va de muertes) otros tiempos.

Yo soy de una generación que todavía escribía cartas.

Recuerdo los veranos, pasaba dos meses en un pueblecito incomunicada, sin teléfono, sin televisión, sin noticias… las cartas eran mi contacto con el exterior, las cartas a mis amigas, amigos y a los que eran algo más que amigos. La hora más esperada del día era la llegada del cartero.

Una carta se escribía, se leía y releía, se pasaba a limpio, había que buscar un sobre, ir a comprar el sello y por fin ir a tirarla. Era todo un rito en el que quedaba tiempo para arrepentirse. Luego…esperar la contestación.

¡Qué diferencia! Ahora escribimos “emails” que releemos rápidamente antes de enviarlos con solo apretar un botón, “emails” que nunca tocamos materialmente y que no guardamos en una caja de cartón o un cajón secreto.

Os propongo un ejercicio de memoria , que es como sacar de la tumba una parte de nuestro pasado. ¿Recordáis la última carta que recibisteis? (no del banco ¡claro!) ¿O la última que escribisteis? (no de reclamación).

¡Ánimo y memoria!

2 comentarios:

  1. He terminado de leer el libro "Cartas muertas ". Me ha traído a la memoria un año en el que yo escribía una carta al día de uno o dos folios como mínimo. Y recibía otra en contestación a la mía (con uno siete días de diferencia ). Siempre teníamos muchas cosas que contarnos.
    Fue el año que mí marido (entonces mí novio)hizo la mili en el Sahara.El año en el murió Franco. Se instauro la monarquía y se dejo El Sahara Español.Allí no podía llamar por teléfono y con lo único que nos comerciábamos era con las cartas y con algún casete grabado que nos mandábamos. Casi podríamos escribir un libro con todas las anécdotas que nos ocurrieron con las cartas de correo aéreo con su sobre blanco con los bordes a rallas tan bonitas.
    A. H. M.

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué interesante el comentario de A.H.M.! Me quedo con ganas de saber alguna de esas anécdotas.

    M.A.G.

    ResponderEliminar